jueves, 29 de abril de 2010

Lucas, su equipaje


A Lucas le dio por pensar en una de esas cosas de las que luego te interrogas incrédulo para intentar averiguar el por qué de esa absurda pero divertidísima idea de pensar en eso. Tal vez fuese Duke Ellington con su Day-Dream y su Lotus Blossom. A Lucas le había dado últimamente por escuchar a Duke. O tal vez fuese que los ojos le escocían de sueño acumulado y de ganas de no dormir. Tal vez fuese esa historia que acababa de leer. Pero al llegar aquí Lucas se dice que vaya absurdidad de párrafo acaban de escribir si todos saben por qué, y el párrafo solo va de “tal vez”…

A Lucas le dio por pensar en el viaje a los sueños. Muchas veces le habían preguntado: ¿y tú, que te llevarías a una isla desierta? Buena isla, por otro lado, para cierta tipa: desierto incluido. La cuestión es que Lucas siempre había analizado las necesidades en el sueño. ¿Qué se llevaría Lucas a un sueño desierto? Muchos de los sueños necesitaban un decorado preciso que el soñador llevaba en su maleta a la cama, una chica que metía también en una maleta en forma de revista, un cuerpo que no era el suyo, ese coche que tantas veces había visto aparcado cerca de su casa. Todos los soñadores del mundo querían una gran maleta para llevar consigo al sueño tantas cosas. Cada maleta era diferente, los soñadores sabían tan bien cuál era su sueño soñado que se encargaban de montarlo casi en miniatura en su maleta. No se dejaba nada al azar del sueño. Así uno conocía el sueño casi antes de soñar.

Todo esto le hizo pensar a Lucas, intentó hacer un par de listas, una estimación del tamaño de maleta que iba a necesitar, documentación…Pero por muchas vueltas que le dio todo le parecía prescindible, en su sueño solo le haría falta una cosa. Su sueño no tenía escenario, ni trama, ni historia, ni diálogos, ni una acción, ni nada que poder coger. Su sueño no tenía ni tan solo tiempo, ni espacio. Tal vez su sueño se parecía muy poco a un sueño. Y esto a Lucas no le desconcertaba. Acabó haciendo una bola con los papeles en blanco de su lista y los lanzó al aire, y este se los devolvió a la cabeza.

Lucas despertó, todo había sido un sueño, otro más, y de los buenos. Fue consciente de lo que había soñado, y fue consciente de que era cierto lo soñado. Nunca metería una maleta en su cama. En su sueño no había nada, su sueño era soñar, y para ello solo le hacía falta una cosa: el hueco entre su cuello y su clavícula que tan bien olía a ella. Tal vez su sueño se parecía muy poco a un sueño, tal vez su sueño era verdad, pero Lucas pensó que vaya absurdidad de párrafo acaban de escribir si nadie sabe por qué…

1 comentario:

  1. P.D. Gracias Paula por todo lo que me regalas sin merecer. Lo que lees no está tanto en lo que escribo como en lo que tú lees, que no es lo mismo en absoluto que hay letra tras letra. Las historias, las sensaciones las escribes tú en tu cabeza, y ahí es donde cuentan. Gracias a ti por ayudarme a escribir en tu cabeza estas cosas. Y gracias por el premio :). Un beso.

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