jueves, 9 de diciembre de 2010

Lucas, en ningún lado



Lucas vivía entre dos mundos. Tal vez fueran dos lados, el lado de acá y el lado de allá. Quién sabe. Pero sabía que aquello no era seguir un mismo sistema de decisiones, no era crear recuerdos de una misma historia. Había dos, y él se encontraba en el medio.

Las decisiones normalmente se toman en estas claves: quedarse o ir, despertar o dormir, pasear o sentarse, comer o ayunar. Son de alguna manera o un lado u otro. Nada de tibiezas. Pero el asunto trataba en que Lucas decidía sin quedarse de ninguno de los dos lados. En tal caso, Lucas decidía ir para quedarse, o despertarse con el sueño pegado a las pestañas, o sentarse para dar un paseo por los detalles de un rostro, de unas palabras, o de una sonrisa, hartarse de comer sin probar bocado.

Al final ni París ni Buenos Aires, Lucas se quedó en un lugar entre los dos mundo. Un lugar en el que se pisa sobre la resignación del irse, y se respira el aroma del quedarse.