Tanto empezar y siempre acababa borrándolo todo, renunciando a ponerle nombre, poner el lápiz en el papel y cerrar con carbón tu silueta, cuando en el folio en blanco ya estabas: él te veía, y tú también.
Esta fue una más, borró todo lo que ya había escrito, y solo dejo el blanco que sigue para decirte todo lo que debías saber. Luego siguió jugando a sentir sin ser descubierto.
[tengo sed, y tú el agua]
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