lunes, 12 de octubre de 2009

Donde empezó todo


Empiezo a escribir sentado enfrente del número 4 de la Rue Saint Julien Le Pauvre. Son las 7:30 de la tarde, y París es ya una ciudad teñida de amarillo tungsteno de las farolas. El cielo sigue con su lenta lluvia fina, que no moja, es como si simplemente quisiera humedecer los labios de los amantes, además de mojar las hojas de mi libreta que se hincha a puntitos de lluvia. A mi derecha, el Sena y Notre Dame, matizados por las casitas cerradas de los bouquinistes que hacen de la vista algo privilegiado. Del otro lado, la calle se cierra entre edificios estrechos, no muy altos, con muchas chimeneas y tejados de gato y luna. A mi espalda un pequeño jardín donde se encuentra, dicen, el árbol más antiguo de París, apuntalado con cemento. Al final de este jardín la iglesia de Saint Julien le Pauvre. En mis orejas Satie, fragmentos lejanos de conversaciones en francés y la melodía de las gotas al caer entre las hojas de los árboles. Llevo como 15 minutos sentado en la barandilla de este parque, enfrente del 4 de esta calle, y empiezo a sentir ya frío. Cada vez que sopla el viento me regala un arreón de gotas en la cabeza y en mis hojas.

Enfrente, en este número 4 que ya he citado un par de veces, se encuentra el Hotel Esmeralda. Nada suntuoso, más bien un poco atormentado…pero genial. Hoy no me atrevo, pero pronto pasaré a preguntar el precio de una noche. Si no es muy caro, algo aceptable, quiero pasar aquí una de mis noches parisinas como hoy. Quizás pueda ser…No hace tantos años por este escenario transcurría la vida de un tipo que buscaba, buscaba algo que poca gente ha encontrado. Transcurría la vida de un señor largo, enorme, y con barba. Justo por estas calles, en una de estas habitaciones de este hotel que bien se preocupaba de mantenerla en desorden, y por el París lluvioso pero sobrecogedor que esta misma tarde estoy viviendo.

Julio Cortázar escribió en este hotel que tengo enfrente las páginas de Rayuela. Miro las ventanas pensando por cuál asomaría sus manos desgarbadas con un cigarro entre los dedos, y su cara entre el humo para mirar el Sena y todo esto que todavía queda aquí. Posiblemente, por estos reflejos ocres pasaron los pies de Johnny, el protagonista de El Perseguidor, también los de Oliveira y la Maga en sus paseos distraídos, Berthe Trépat después de sus conciertos, etc.
Lo que daría por asomarme a una de estas ventanas. Bueno, lo he prometido. Voy a intentar pasar una noche aquí. Y más ahora…todo aquí tiene el juego de la Rayuela. Al hotel se entra después de cruzar dos puertas. Una se abre por la izquierda, la otra por la derecha: una de este lado, la otra ¡del lado de allá!

Después de un tiempo de deambular por la Quai de Saint Michel, llego al Pont des Arts. Casi solo en este punte, entre el Palacio del Louvre y la Academia Francesa. De un lado la isla de la Cité que parte el Sena en dos mitades y desde donde a media noche gustaba a Cortázar de sentarse en la punta como un mascarón y mirar los reflejos del rio. Del otro lado el Pont de Carrousel y un barco restaurante que pasa por debajo de mis pies. Y miro el puente a lo largo, paseando la vista a ras de los tablones, y busco esos pies tan esquivos…Aquí empezó todo, desde la habitación del Hotel Esmeralda Julio hizo andar a la Maga por este puente, asomándose tímidamente al Sena, esperando a Oliveira en este juego de azares que es una cita entre perdidos. Aquí, ahora, yo, esta vez sí completamente solo en el puente (la lluvia sigue haciendo de las suyas) miro de nuevo los tablones, pero no hay ningún pie. Quizá mañana, pero quién sabe, en este juego de azares nunca se sabe quién…

Siguiendo rio arriba, finalmente llego al Pont de la Concord. Por hoy mi deambular termina aquí. Bueno, a unos metros de aquí, donde me traga la boca de metro de la Place de la Concord, pero esto ahora vendrá. Ahora me encuentro entre la Place de la Concord y la Assamblée National, en el mismo puente. Parece otro de tantos de Paris, pero no lo es. Está mal desvelar secretos, estos secretos que cada uno tiene para disfrutar de lo que los demás no son capaces ni tan siquiera de ver. En este puente se encuentra el único punto de la ciudad donde te puedes sentar en la barandilla y dejar colgar los pies hacia el agua sin miedo, sin vértigos, y sentir el viento fresco que aprovecha el vacío del Canal del Sena para correr como no lo puede hacer por otra parte de París. Y sobre todo, es el único sitio de París desde donde se puede ver en una misma mirada el Louvre, el Orsay, Notre Dame, el Obelisco, la Place de la Concord, el Sena y el Sacre Coeur mientras cuelgas por encima del agua. Es genial. Un sitio mágico donde sentarse a no hacer nada, y a pensar en todo.

Bueno, ya me subo al metro y me quedo pensando en el paseo que acabo de hacer. Ha sido genial. Estos paseos suelen ser momentos para contar, pero no para compartir con cualquiera. No hay nada prohibido en mi mundo, pero cuidado no te vayas a enamorar…como casi diría sabina en una de sus canciones. Sería peligroso salir a compartir el tiempo espeso que se vive en estos lugares mágicos, a empaparse juntos las pestañas de esta lluvia que no cesa, y que nos moja los labios, echarse juntos las carreras para refugiarse de las gotas cuando aprietan, mirar casi por los mismos ojos tantas luces que nos rozan, helarnos la nariz y las manos por el mismo aire, y las mismas ráfagas que nos hacen acurrucarnos para atrapar el calor. Y las sonrisas y risas.
En todo caso seguiré buscando esos pies por el Pont des Arts…

2 comentarios:

  1. vaja... sembla que no he sigut l'única que ha vingut a París per a buscar a la Maga i a Oliveira

    bonica coincidència :)

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  2. Hola Figura,
    La primera sensació que he sentit al llegir els teus textos ha sigut una certa tristesa mesclada amb anyorança. Desprès, quan he llegit el que veies pel teu apartament, m'ha entrat un lleuger somriure que m'enviarà a dormir amb bon sabor de boca. Però en definitiva el que senc és un gran enveja (sana) pel que comences a viure. Saps descriure amb precisió el que fa sentir una ciutat, món diria jo, com París. I això, t'ho he d'agraïr.
    Encara que te descobert avui, espere continuar lleginte per poder reviure i mai oblidar, el que he après passejant pels carrers i carrerons d'aquella vella i gran cité.

    Un abraç.

    P.D: com a fons d'escritori tinc les vistes que observes abans d'apagar la llum i dormir-te ;). Que enveja... :)

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