martes, 28 de septiembre de 2010

Lucas, sus aprendizajes





En un lugar no muy lejano y en un tiempo no muy remoto, había un aprendiz de poeta que vivía apasionado por los versos y las palabras. Todavía no dominaba la pintura de los caracteres y la música de las letras, pero había descubierto algunos autores que no paraba de leer y que no paraban de revolver su consciencia y sensibilidad.

Soñaba con llegar a escribir algún día unas frases, unos versos capaces de esconder en un lugar tan fugaz una sonrisa cómplice de felicidad, una lágrima de sutilidad sobrecogedora, una mirada perdida al infinito como un “ayúdame a mirar” o un “desdúdame, desnúdame”.

Muchas veces lo intentó pero siempre abandonaba el papel descorazonado y volvía a sus autores para encontrar consuelo en un “es más fácil ver que contar lo que se ha visto”. Entonces volvía a sentir eso que debía ser como si cada célula abriese los ojos y viese la boca joven y roja que le acababa de besar y despertar. Eso que tantas veces había querido cifrar, y parecía imposible.

Un día no muy remoto, de un lugar no muy lejano, el aprendiz buscaba más que nunca encontrar esas palabras. Tenía muy cerca la boca joven y roja que tantas veces había creído ver en las frases de sus autores preferidos. No le salieron, como siempre, pero esa vez sintió eso que debía ser abrir los ojos y ver esa aboca joven y roja que le acababa de besar.

El aprendiz ya no quiso ser poeta, el aprendiz quiso y sigue devorando las palabras de sus autores favoritos donde está esa boca joven y roja más que nunca.

2 comentarios:

  1. Aunque no nos escribas....somos. Más que nunca y más que nadie.

    Pero no te olvides de escribir, la inspiración puede estar en cualquier pintalabios quitado o mejor, en cualquier crêpe que huele a París desde aquí. No tienes nada que envidiar a los grandes, eres uno más. Un grande más.

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  2. qué bonito es cómo sigues describiendo y dibujando a tu querida Glenda ;)

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