Hace
tiempo que tenía pensado hablarte de esto. Tal vez hace ya demasiado tiempo que
te hubiese tenido que hablar de esto. Y sin embargo sigo callando. Y ahora
utilizo cobardemente textos ambiguos para aliviar dudas e indecisiones. Nunca
me gustó, por otro lado, hablar claro. Siempre me ha gustado la segunda
lectura, la sugestión, el decir callando, la lectura entre líneas, los códigos
íntimos.
No
hace falta, entenderás, que te ponga en antecedentes de nuestra situación. Esto
no es la típica novela que empieza contando cuándo nos conocimos, dónde, qué
nos ha llevado hasta aquí, cómo hemos llegado, etc. Además, los dos sabemos que
tenemos versiones distintas, aunque con los mismos acordes.
Lo
peor del amor es la sensación de renuncia. Después la mentira.
Después
de este tiempo he terminado por darme cuenta de las infinitos amores que he
dejado de tener. Espero que sepas perdonarme la arrogancia de escribir
infinitos. Acepté que estaba irremediablemente enamorado de ti. Y digo acepté
porque en realidad nunca lo decidí, tuve que aceptar que mi voluntad estaba
vencida por mis deseos. Tal vez a ti te pasó algo similar, aunque podría ser
una idea arrogante por mi parte atribuirte el mismo orden de sentimientos. El
principio siempre es hermoso.
Después
de esto uno se empecina en casar la voluntad con los deseos, y piensa en un
proyecto de vida, en una felicidad, convertir la eternidad del amor en el amor
cotidiano, y entonces, con el tiempo, surge la legítima duda.
Y
con la duda aparece la sensación de renuncia. Tenemos a veces la sensacional
capacidad de proyectar un momento fugaz hasta la eternidad, e imaginar así un
pasado mejor, un presente distinto, un futuro más excitante. Cuantas veces he
imaginado mi vida distinta, que no acepté tal cosa, y que luego pude elegir,
que tomé otro camino. Estoy seguro que tendría otro amor, u otro a ese otro, es
algo casi inevitable: seducir, querer, amar, compartir. Ahora sí me atrevo a
decir que sentiste mil veces esto. O incluso infinitas veces.
Estoy
seguro de que ese chico te ha dado momentos excepcionales. Que te has
preguntado mil veces qué seria de ti sin mi, qué seria de ti con él. Tal vez
sea el orgullo lo que me impida ahora reivindicarme, o tal vez la sensación de
hacer un ridículo espantoso por querer convencerte de que no te pierdes nada.
Lo
peor del amor es la sensación de renuncia. Después la mentira.
Aunque
a media voz, me atrevo a desnudar mis pensamientos, dejar sin ropa mis dudas, y
decirte que mentir es inútil.
Después
de este tiempo he terminado por darme cuenta de que amo a quien quiero amar,
que renuncio a lo que quiero renunciar, que las dudas son una alerta necesaria
para confirmar que no yerro. Y ahora sí que no me atrevo a decir que sentiste
esto mil veces. Ni incluso, una vez.
Lo
peor del amor es la sensación de renuncia. Después la mentira.
Lo
mejor del amor, tú.